Algunas ideas para vender las ideas.
Vender ideas es una
de las cosas más difíciles con las que uno se puede enfrentar. La historia está
llena de casos en los que un gran inventor se muere sin que nadie se haya interesado
por su genial invento.
Las ideas son frágiles e invisibles, sólo se materializan en
el pensamiento de las personas que las producen, y les pasa, como a algunos
buenos vinos, que viajan muy mal de un cerebro a otro. Ser un gran creador de
ideas no significa ser también un gran comunicador, y por eso, muchas veces las
buenas ideas no logran traspasar el umbral del pensamiento de su progenitor, y
se pierden en el limbo del desengaño y la apatía.
Buscar el comprador y el momento más propicios.
Serán especialmente receptivos los que hayan sido
recientemente superados por sus más directos competidores.
Compartir la paternidad de la idea.
Siempre hay que exponer las ideas de forma apasionada, pero
usando un tono moderado.
Venderse uno mismo.
Si la idea es venderse uno mismo, hay cinco reglas
elementales:
1.Atraer el interés de nuestro interlocutor, siendo originales
en nuestra presentación.
2.Ofrecer un servicio en lugar de pedir un puesto.
3.Ser muy concretos
acerca del empleo que se desea y de los requisitos que cumplimos para
desempeñarlo.
4.Ser siempre sinceros.
5.Dejar clara nuestra
ambición de crecer en la empresa y de aportar ideas para mejorar nuestro
trabajo.
Las ideas son el motor de cualquier ambición. Sin ellas no
es posible el progreso en ninguna actividad, incluidos el desarrollo personal y
la carrera profesional. Para crecer en el trabajo es preciso producir ideas
constantemente, y aplicarlas no sólo a nuestras tareas cotidianas, sino también
al negocio general de la empresa para la que trabajamos. Los demás apreciarán
nuestras ideas aunque éstas no siempre puedan llevarse a cabo, porque el hecho
de tener ideas y de ofrecer las es una muestra de valía profesional y de
ambición de futuro.
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