Creatividad para expresar las ideas
Cuando nos comunicarnos con alguien, ya sea a través
de la palabra o de la escritura, debemos ser claros y sencillos.
Creatividad no significa exceso, ni retórica, ni empleo de palabras eruditas.
La creatividad debe estar en las ideas y no en la forma que utilizamos para
expresarla.
La sencillez por encima de todo.
Lo más importante de todo es que se nos entienda, y si no
conocemos bien el significado de algunas palabras, es mejor no usarlas antes
que hacer el ridículo pretendiendo elevar la categoría literaria de nuestros
textos.
Despertar curiosidad y provocar respuestas.
Al exponer nuestras ideas, el primer objetivo que deseamos
alcanzar es provocar respuestas positivas a nuestros intereses. Para
conseguirlo, tenemos que despertar la curiosidad de nuestros interlocutores,
predisponiéndolos a adoptar una actitud interactiva ante nuestras propuestas.
Una manera de hacerlo es conectar con sus intereses, jugando con los tópicos
que nos son comunes, buceando en sus recuerdos, despertando sus emociones y sus
deseos ocultos, tocando la fibra de su sensibilidad, de sus esperanzas y
también la de sus temores.
A la hora de plasmar nuestras propuestas en un texto, en una
presentación física, o en un medio audiovisual, y sin perder nunca de vista
nuestros objetivos, debemos elaborar una estrategia de comunicación en tres
fases:
Arrastrar al
principio. A través de una afirmación rotunda, una ley o máxima general, un
hecho decisivo, un llamamiento a los sentimientos, una hábil insinuación, una
salida irónica, humorística, sarcástica… Cualquier motivación puede ser válida
si despierta la curiosidad y predispone a escuchar con atención el mensaje
Envolver en el medio. Dejar claro desde el primer momento el
beneficio que el receptor de nuestro mensaje va a obtener, haciéndole una sola
promesa que sea creíble. Y después envolvamos la oferta con nuestros mejores
argumentos: la verdad, la lógica, la documentación y el arte. Razón y emoción
al cincuenta por ciento, para no dejar ni un resquicio de duda ni en la lógica
ni en los sentimientos.
Ser contundentes al final. Resumirlo todo con una conclusión
lógica y una invitación a la acción. El receptor de nuestra oferta debe
responder en el acto porque habrá llegado a la conclusión de que, por su propio
beneficio, no debe dejar escapar la oportunidad.
Comunicar de persona a persona.
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